Este artículo fue publicado el 19 de marzo de 2021 / Fotografía: Mes Coloma
Recuperamos un artículo del icónico ex-entrenador colomense, Fabian Torres, publicado en la edición del desaparecido medio de comunicación "Mes Coloma", en su edición de junio del 1997. Este artículo nos sitúa en el contexto de la situación de CB Gramenet en la temporada 1996-1997.
Este es el artículo íntegro:
"Hace más de diez años que el antiguo Cotonifici aterrizó en Santa Coloma de Gramenet. Desde entonces la ciudad ha disfrutado de un baloncesto de calidad. Primero con el nombre del conjunto badalonés, y luego con el de Licor 43, los colomenses vieron pasar por su pabellón los mejores equipos del estado. Aún hoy se recuerda Mike Phillips, Dykema, Freixenet o el mismo Quim Costa humillando al Barça por 36 puntos de diferencia. Ese año se alcanzó la cuarta posición en la Liga, que ahora se llama ACB, y ojalá que no hubiera sido así. En 1986, después del llamado "boom del baloncesto", el público llenó la grada y comenzó a pedir resultados. Esta imposición fue un peso demasiado grande que la ciudad no pudo resistir. Una década más tarde, el equipo colomense ha encadenado una serie de descensos consecutivos que tienen como último escalón la Primera Catalana.
El ex-azulgrana Starks, Dillon, Costa o el entrenador Lopez Abril no lograron la permanencia en la élite del baloncesto nacional y en Primera B se tardó tres temporadas en reencontrarse con las últimas posiciones. El Elosua León y el Tenerife Nº 1 fueron sus verdugos en el play-off de permanencia y el club se llamaba Metro Santa Coloma. Esta vez, la plantilla estaba formada por jugadores como Bingenheimer, Campbell, Xavi Fernandez, Tornillo o la entrenador Andreu Casadevall, hoy en el Peñas de Huesca. En aquella época, la grada estaba llena y el público disfrutaba con el baloncesto vivo y descarado que hacían aquellos jugadores. Otro descenso se consumó y con él el pasaporte a la segunda división. Este período fue el más estable del club. Bajo la presidencia de Pere Gran, la dirección de Marti Carreras y con Broncano como jugador más resolutivo, llegaron tiempos mejores. Pero la inestabilidad de este club no supo encontrar el punto intermedio entre una gran temporada y otra más mediocre y echó la misma plantilla que había reencontrado el mejor baloncesto de la ciudad.
Ahora, en el 95, el descenso se ha consumado. Nunca el club se ha había visto en este estado de descomposición. Ha sido penúltimo de la clasificación con todos los basquet average en contra. El pabellón vacío cada jornada, la plantilla está desanimada y las derrotas han continuado partido detrás partido. Algo está hecho mal. En la temporada actual y en otras. Su partícula historia está llena de errores y desaciertos que hoy todavía se siguen produciendo. Puede que habría empezar a analizar el actual ejercicio.
Sin que haya ninguna Cruyff al club, se ha cargado excesivas culpas a una plantilla desconcertada. Es cierto que los jugadores han perdido la ilusión y que su sacrificio no corresponde a la situación precaria en que se encuentra el club. Pero estos rasgos son consecuencia de la mala posición conseguida en la clasificación y ellos no son los únicos culpables. La baja del base Ferran Lopez, fichado por el Taugrés a media temporada, o la dimisión del técnico Ramón Grau han sido golpes duros para una plantilla que no encuentra el equilibrio entre la juventud y la experiencia de sus componentes.
El Gramenet no ha merecido el descenso por la calidad de sus jugadores, pero parte de este fracaso se excusa en su bajo rendimiento, un rendimiento afectado por la ausencia de un estilo de juego concreto. Esta falta de estilo es consecuencia del paso de tres entrenadores en una sola temporada, a pesar de que los tres sean excelentes. El equipo en ningún momento ha apostado por jugar rápido ni pausado. Sus jugadores de perímetro no destacan en el campeonato y los jugadores interiores no son las principales opciones de ataque. La nula definición de un estilo no saca provecho a los jugadores, los que trabajan por un club que es el tercero en gastos de salarios. Por otra parte, los nuevos fichajes (Rodri y Todolí) no aportaron mucho más. Son jugadores expertos que dan más disciplina al juego exterior pero que incrementan la ilusión perdida de los jóvenes, que continuarán la próxima temporada. Por el contrario, sí se han incrementado los gastos del presupuesto.
La situación se agravó tras la derrota contra el Sicoris de Lleida. El club decidió pagar solamente a los jugadores por partido ganado, lo que molestó mucho a la plantilla. Según el jugadores, el calendario era complicado y las victorias no abundarían. Si, además, añadimos los rumores que afirman que algunos componentes cobrarán bajo mesa porque tienen un contrato firmado, el malestar aumenta.
Este malestar se ha extendido hasta el entrenador Joan Maria Gavaldà. El técnico es tan duro como la categoría de la segunda división y esto ha hecho que algunos jugadores lo declaren persona non grata. Juanjo Gea y Cano no terminaron la temporada con el club por decisión propia y por orden del mister, que no quiere permitir un ambiente calamitoso en el vestuario. Tampoco lo hicieron Rodri, Benito ni Carrasco por varios motivos.
Por cierto, Joan Maria Gavaldà es el tercer técnico que se sienta en el banquillo en esta temporada. El entrenador ha demostrado cualidades más que suficientes para destacar en esto de los baloncesto. Una etapa como técnico en la ACB, su experiencia como comentarista televisivo o sus trabajos como estudioso de este deporte nos dicen que tenemos un entrenador sólido para enfrentarse a estos situaciones. Aunque podríamos ir más lejos y decir que Gavaldà es un lujo que Santa Coloma ha de agradecer. Lo cierto es que no se ha salvado el equipo y no por falta de trabajo, sino que en toda su carrera no se había encontrado con algunas situaciones. Sin duda, la perpetúa frustración de Gavaldà comienza cuando sabe que su bases pierden un montón de pelotas y sus pivotes no son capaces de acertar bajo el aro rival. La poca calidad humana y técnica de sus jugadores le ha provocado una desesperación constante. Este es el único punto negro del técnico: haberse contagiado del desánimo de todos los estamentos del club. Un entrenador de su categoría está por encima de todo y, como dice un sector de la afición: "Si los jugadores son malos, él todavía los hunde más". Gavaldà no ha salvado la situación pero sería un error culparle de este desastre porque se ha enfrentado con energía a los errores.
La directiva tampoco ha demostrado ser mucho mejor que la plantilla. Por lo menos, ellos proporcionaron un sponsor a principio de temporada y ficharon los jugadores que Ramon Grau pedía. Destaca el gerente de la entidad, Antònio Gomez. Gracias a su trabajo, el club tiene equipos de categorías minis, se ha fichado Xavier Mendez (uno de los mejores entrenadores de la ciudad) y se ha acercado a las otras entidades que trabajan en el baloncesto en Santa Coloma. Le gusta su oficio, pero está demasiado solo. Esta soledad no es lo peor. Lo más grave del cuerpo directivo fue buscar un entrenador que sustituyera Ramon Grau a su espalda, Con Grau, el equipo funcionaba y posiblemente ahora no iría de cabeza a la Primera Catalana, pero seguramente alguien vio Gil por televisión y pensó que destituyendo al entrenador los problemas se solucionaban. Qué inteligencia !. Grau se enteró y dejó el cargo.
Esta manera de dirigir el club está más cerca de la profesionalidad de una gran entidad que de la familia que debería ser ahora. Los mejores tiempos han pasado y esto es consecuencia de haber recogido antes de sembrar. Se recuerdan las causas:
Hacer ahora leña del árbol caído es fácil. Todo el mundo se apunta. Quizás hay que dar soluciones para que sea una crítica constructiva. Algo que dé a Santa Coloma lo que merece y que no nos haga repetir los errores. Algunas ideas a modo de introducción:
1) Aportar para la juventud. ¿Han visto jugar al sub-23?. No hay que ir muy lejos para fichar jugadores. Estos si que responden. Si se trabaja la cantera, si devuelven los equipos de base a preferente y luego les dan la oportunidad de demostrar lo que valen, los "buenos jugadores" no emigrarán "hacia Badalona. Pablo del Tío, con 16 años, es el mejor ejemplo. Fichar jugadores hecho para obtener resultados inmediatos no es bueno. El equipo se formará con jugadores de calidad, jóvenes y de casa, y luego fichar un par de hombres que disimulen las carencias del conjunto. En Santa Coloma hay buenos jugadores que sudar gratis la camiseta del Gramenet. Los de ahora ni cobrando lo hacen.
2) Un pacto con el resto de clubes colomenses. El Gramenet debe aglutinar los mejores de la ciudad en todas las categorías. Cuando obtengan una buena base será más difícil vuelve a caer en el pozo del descenso. Las rencillas entre entidades están perjudicando a todos, ya que todos son débiles. Los equipos minis de la ciudad son buenos y de aquí salen por mediocre primer equipo uno de cada cien jugadores.
3) Desterrar la provisionalidad del estilo de juego. Si los entrenadores van y vienen, ¿a qué juega el equipo?. Puede ser si tenemos un coordinador deportivo que defina la forma de jugar del todos los equipos del club habremos ganado algo: ser siempre el mismo club sin depender de los resultados y de los presupuestos.
4) Asegurarse de lo mejor que tenemos ahora. A pesar del descenso no todo es malo. Gavaldà es un tesoro y algunos jugadores como Del Tio, Marcé. Carrasco, entre otros, tienen mucho futuro. Si se consigue comprar la categoría, se debe tener un equipo competitivo.
5) Identificación con la ciudad. El Ayuntamiento debe ayudar y escuchar los miles de practicantes de baloncesto de la ciudad. El CB Gramenet tiene deficiencias económicas y de potencial humano. Entre todos debemos subir, pero, para hacerlo, es necesario que el club sea parte de la ciudad y no la ciudad parte del club.
Seguramente con estas bases, el club no subiría en un año, pero tampoco haría el ridículo cada dos temporadas. Todavía hay gente que dice: "Nano, es que tenemos mala suerte". No forcemos la diplomacia. Esto hace reír".